Por: Nancy Chang

Para Mundo de Mamá

 

Con frecuencia las parejas o personas suelen escandalizarse cuando alguien les sugiere ir a terapia matrimonial, claro, no funciona para todos los casos y la mitad del éxito está en creer que una terapia sí puede ayudarte a salvar tu matrimonio o a retomar de nuevo el camino para la felicidad de ambos.

Hoy tengo 6 años de casada, me considero una persona feliz y realizada con mi pareja, tengo una hija y viene otra en camino, nos apoyamos, comprendemos y motivamos a que cada uno de nosotros sea auténtico en sí mismo y alcance sus propias metas e intereses en la vida ahora compartida mutuamente en pareja, pero no todo fue color de rosa en un inicio, mientras lees esto puede que te parezca que somos la pareja ideal, sin embargo esta etapa o fase de bienestar no es más que el resultado de una terapia matrimonial y varias crisis que superamos juntos con mi esposo.

Recuerdo que al año y medio de casados, éramos aún dos inmaduros, egoístas y egocéntricos que habíamos decidido formalizar una relación en matrimonio que estaba destinado al desastre, nosotros no lo notábamos pero cada decisión, acción e incluso sentimiento -como los celos- hacían teñir de negro nuestra relación y las cosas para ese entonces no durarían para largo. Nuestra primera crisis llegó y no supimos cómo afrontarla, nuestra primera reacción fue separarnos e incluso pensamos en una ruptura matrimonial; a pesar de todo, alguien allegado a nosotros nos sugirió ir a una terapia matrimonial con una psicóloga clínica especialista en el tema, a quien ahora debemos nuestro éxito a la fecha.

He de confesar que en un inicio no me gustó la idea de contarle mi vida entera a una persona extraña, tenía mis dudas y cierto escepticismo respecto al tema de una terapia matrimonial, pero tanto mi esposo como yo decidimos hacer un último esfuerzo por sacar nuestra relación adelante, y en la medida que iba adentrándome en la terapia tanto individual como de pareja, pude darme cuenta de algunos detalles que estaba dejando suceder o incluso pasar por alto cuando una relación de dos se convierte en una misma. Estaba arrastrando el “equipaje emocional” del pasado, de una mujer con sentimientos de “niña abandonada”, y pretendía que mi pareja llenara todos mis vacíos, es decir, estaba esperando a que él me llenara emocionalmente, cuando yo era quien debía llenar esa “canastita de necesidades básicas”, como bien lo llamaba nuestra psicóloga, lo mismo sucedía con él.

Tengo que admitir que cuando me uní en matrimonio con mi pareja, una de las cosas que más me afectó fue perder mi absoluta libertad emocional y económica al momento de casarme, el hecho de no invertir mi sueldo en ropa, joyas y zapatos, sino ahora tener que hacerlo en gastos fijos como luz, agua, renta, supermercado, etc… me empezaron a irritar, a pesar de que mi pareja también aportaba económicamente en los gastos. Otra cosa que me afectaba era llegar a un apartamento donde únicamente estábamos él y yo, cuando yo toda mi vida crecí rodeada de una familia de 10 hermanos y mis papás, el vacío y la soledad me hacían comportarme como una “niña emocionalmente abandonada”, no había siquiera una mascota que te moviera la cola al momento de llegar de trabajar como sucedía en casa de mis papás. Pretendía tener las mismas libertades confundidas con libertinaje que solía tener de soltera, el hecho de planearlo todo pensando únicamente en mí olvidándome que había otra persona con quién compartir ahora mi vida. Todo parece ser muy superficial y nada del otro mundo, pero sucede que al sumar todos estos pequeños detalles la relación se va desgastando poco a poco hasta llevarte a esa primera crisis que llegó -gracias a Dios- cuando aún no teníamos hijos. También sucedía lo mismo de lado de mi pareja, únicamente que él estaba volcado en el trabajo obsesivo e impulsivo, con horarios extremistas.

Luego de habernos sometido a una terapia matrimonial de casi 2 años intensos de altibajos, encontramos en conjunto con mi pareja las siguientes conclusiones que vale la pena considerar para lograr tener éxito en la vida matrimonial y evitar que más parejas se vean fracasadas o fallidas durante sus primeros años, aunque hay que entender que crisis siempre van a haber, pero depende de cómo las manejemos y superemos para que logremos salir de ellas con éxito:

1. Comunicación: aprende a escuchar y aprende a expresarte, evita reservarte todo lo que piensas para tu mente y comunícale a tu pareja cuando algo no está saliendo bien entre ustedes, en todo sentido: emocional, físico, sexual, económico o profesional, esto evitará una cantidad de malos entendidos, aprendan a discutir juntos, no a pelear y gritar.

2. Aceptación: creo que la mitad de nuestro éxito fue cuestión de perdón y aceptación, claro, aceptación no significa lo mismo que “conformismo”, al contrario, debes entender que algunas cosas cambian al momento de unirte en pareja y que lógicamente no serán como antes. La aceptación es tan básica como por ejemplo pensar que ahora comparto mi cama con alguien más y ya no será solo mía.

3. Compartir: evita no solo el egoísmo material de decidir quién pone qué en los pagos de las cuentas que ahora como pareja o familia se adquieren; evita también el egoísmo emocional que muchas veces cometemos sin darnos cuenta. Una simple pregunta como ¿cómo te sientes hoy -emocionalmente hablando- ?, ¿cómo te fue en el trabajo?, ¿te sientes mejor de ese dolor de cabeza que tenías?, ¿qué piensas acerca de decidir X o Y?, etc. o bien compartir los momentos con la misma prioridad para ambos.

4. Tolerancia: ojo, las cosas que no cambiaron mientras eran novios, no cambiarán nunca, así que si tu pareja tiene algunas cualidades o defectos que no terminas de entender, es oportuno que apliques la tolerancia porque es muy probable que las partes involucradas en la relación nunca cambien, y es aquí donde aplicando la tolerancia es cuando valoras qué es necesario o qué merece la pena discutir y qué no. Seguido de la tolerancia, viene una etapa de acoplamiento, “acoplarte” no es lo mismo que “cambiar”, puede que tú te acoples a vivir con una persona, pero no significa cambiar tu forma de ser, si tú cambias radicalmente significa que dejarás de ser una persona auténtica y genuina, que te has convertido en lo que la otra persona quiere que seas, y no en lo que verdaderamente eres.

5. Respeto: casarte no es sinónimo de “ahora yo gobierno la vida del otro”, hay circunstancias en las que se olvida el respeto por el exceso de confianza entre ambas partes, sin embargo, el respeto a tu pareja es indiscutible, tanto respeto a sus opiniones, siempre y cuando estén dentro del rango de lo aceptable, y respeto físico en el trato de uno para el otro. Evita llevar la relación a las ofensas verbales, emocionales o incluso físicas; yo considero que con una palabra puedes herir mucho más que con las manos, y eso también es inaceptable.

 

Muchas parejas o personas se nos han acercado en diferentes circunstancias a mi esposo y a mi para pedirnos algunas sugerencias o incluso nuestra opinión respecto al llevar una terapia matrimonial, nosotros estamos de acuerdo en que si se hace con plena intención y disposición de ambas partes, ésta funciona. Y claro, algo que decimos en repetidas ocasiones, cuando existe amor sano y verdadero en ambas partes, el éxito es casi garantizado.

Si estás pasando una época de crisis, no dudes en buscar ayuda, los problemas pueden resolverse y muchas veces ser menores a lo que parecen ser, el problema es que no sabemos cómo ser pareja o cómo ser marido y mujer, nadie nos enseña a serlo, y con la misma propiedad que alguien aprende a ser un profesional en cierta materia, es como nosotros aprendimos a ser pareja gracias a una terapia. Hoy tenemos 6 años de casados y seguimos contando nuestra historia, aprendimos a discutir y a tener un amor verdadero y sano, no enfermizo ni codependiente.


1 COMENTARIO

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here