Erandy (izquierda) y Anel (derecha)
Erandy (izquierda) y Anel (derecha)

 

“Era 19 de marzo cuando dos amigas se encontraban juntas como de costumbre, Anel Baéz y Erandy Elizabeth, quien llegó a visitarla. Erandy dijo que iría al baño pero regresó con un cuchillo en la mano y apuñaló 65 veces a su mejor amiga”, según informan los medios de comunicación.

Cuando leía la noticia en mi “feed” de Facebook sentí una especie de escalofrío en mi espalda, era la historia de dos mejores amigas que habían compartido momentos de la vida escolar y todo lo que dos chicas a sus 16 años harían;  fue más el impacto que la noticia causaba en mí porque me encontraba regresando de impartir una charla a padres de hijos en edad escolar acerca de la importancia y la orientación familiar/escolar adecuada hacia el uso responsable de las redes sociales de los jóvenes.

Mientras leía cada uno de los Tweets que Erandy escribía en su cuenta personal  -la cual ya se encuentra cerrada-, sentía confusión, era como una historia sádica, una muerte anunciada. Según declaraciones de los medios, “Lo que motivó este odio y la muerte de Anel, fue la supuesta circulación de unas fotografías donde Erandy aparecía desnuda. Erandy fue aprehendida tras el funeral de la víctima en compañía de su madre. La detenida aseguró que el principal motivo para matar a su compañera fue venganza, pues Anel había subido a  las redes sociales fotografías que se habían tomado sin ropa”.

Aún existen los jóvenes que dudan del impacto social y psicológico del manejo irresponsable de sus redes sociales, no es un tema de encontrar culpables en esta publicación, pero sí para crear consciencia entre las partes involucradas: el que publica y el que aparece publicado o es etiquetado en un comentario o imagen, llamándonos así a la reflexión, ¿hasta qué punto será “tocar fondo” para que nuestros hijos entiendan estas consecuencias?, las que no se miden con la emoción del momento cuando se están tomando un “selfie”, por ejemplo.

Una historia con final infeliz, dos amigas que como bien uno dice en la adolescencia “inseparables”, tristemente hoy es recordada con repudio y dolor para sus familiares y amigos como se lee en los comentarios de imágenes publicadas en su cuenta personal en Facebook que aún sigue activa a pesar que ella ya no se encuentre entre sus amigos y familia -otra consecuencia de la huella digital-.

Cuando yo veo a mis sobrinas en edad adolescente interactuar en las redes sociales, siento cierta ansiedad en cada publicación, una especie de expectativa por ver qué les comentan, qué publican y cómo se comunican, conociendo las consecuencias que todo esto trae en sus vidas y en su privacidad, por esto es que dedico tiempo en tratar de orientar a familias en este ejercicio de comunicación social que no podemos evitar.

Si bien el “selfie” que corre por redes sociales como Facebook, Twitter, Snapchat, WhatsApp, etc. es conocido popularmente entre los jóvenes adolescentes -porque luego de la mensajería de texto éste es el contenido más consumido y compartido-,  por los lugares en que éstos son tomados, las poses en que cada retrato se protagoniza y las manos en que éstos paran, me hacen pensar que este fenómeno se está saliendo de las manos más de lo que pensamos, como para que hoy una chica le robe la vida a su mejor amiga por unas imágenes reveladas o que como sucede con frecuencia en mi país, alguna otra esté siendo víctima, en este instante, de trata de blancas.

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