Por: Nancy Chang

Para: Mundo de Mamá

 

Ahora que me encuentro de vacaciones junto a mi familia, me he dado cuenta lo firme y constante que uno como padre y madre debe ser con los hijos en aprender a decir que NO en diversas circunstancias. Mi familia vive en Orlando, Florida, cerca de los parques de diversiones más famosos del mundo entero -Disney World-, sin embargo desde que tu pones un pie en el aeropuerto todo, absolutamente todo, está diseñado para que se te antoje a ti como a tus hijos principalmente.

Vas al supermercado, a la tienda, al parque, a la gasolinera, etc. y te encontrarás en cada esquina algo que se les antoje a tus niños, desde gomas de mascar hasta muñecos de los personajes más famosos, crayones, comida chatarra -que en casa tratamos de evitar que mi hija de 3 años consuma puesto que padece de reflujo-, helados, etc., el problema no es que te encuentres con estos antojos, el problema es aprender a decirles que NO a tus niños a cuanto antojo los rodea.

Hoy nos despertábamos en casa de mis papás -donde acostumbramos quedarnos-, y mi mamá tenía el desayuno preparado para todos, sin embargo mi hija despertó y se le antojó desayunar un “cake pop” en vez de huevos revueltos con jamón, yo le dije enfáticamente que NO era el momento para comerlos y menos para la hora del desayuno, sin embargo mi papá pensó en complacer su antojo puesto que no la ve más que un par de veces al año en persona, así que en ese instante se puso a cocinarlos.

La práctica constante y perseverante del NO es de las cosas más difíciles de practicar para nosotros los padres, sobre todo cuando se tienen hijos en edad preescolar; hace unos días le mencionaba a mi esposo que los niños y los padres manejamos la “dinámica del caballo y el jinete”, llamémosle caballo -en el buen sentido de la palabra- a nuestros niños, y nosotros sus padres somos los jinetes, es decir, nuestros hijos tienen la facultad o capacidad de ir con plena fuerza de voluntad a donde su libertad los quiera llevar, pero está en nosotros sus padres el encausarlos correctamente o llevarlos por el camino correcto como buenos jinetes.

Este viaje familiar ha sido un proceso de aprendizaje y trabajo sobre la práctica y manejo correcto del NO, sin embargo hay días que resulta efectivo y días que nos cuesta más ponerlo en práctica, pero estoy firmemente convencida que es cuestión de perseverancia para lograr encausar a nuestros niños correctamente trabajando su voluntad como buenos jinetes que somos sus padres.

 

 

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