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Este año la Virgen se vistió de oro y morado.

Tradición por décadas, sólo el que es de Guate sabe que no hay octubre sin Santo Domingo. La gente espera con ansias el 1 de octubre para ir a la primera misa dedicada al mes del Rosario, no importa madrugar porque la fe y el aferrarte a alguien, siempre pueden más.

Chapines de corazón, cachurecos por excelencia, afanados. Octubre no es lo mismo en Guatemala sin el respectivo paso por la Basílica de Nuestra Señora del Rosario y de paso una garnacha.

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La respectiva garnacha con “humo en tus ojos”.

En 1792 se construyó el actual monumental templo de Santo Domingo; habiéndose prolongado su construcción por 16 años, la Basílica que durante octubre -y todo el año- recibe centenares de peregrinos que van en búsqueda de un milagro, petición, gratificación o simplemente una visita, se preparó este año desde septiembre en el área del Coro Alto para presentarnos una colectiva de grandes artistas guatemaltecos que entregaron obras alusivas al mes de la Virgen: Momento de Ángeles.

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Momento de Ángeles, una exposición de arte en el Coro Alto de la Basílica.

Por más que critiquemos, en nuestra ciudad siempre hay algo que ver, algo que te estás perdiendo o algo que deberías aprovechar; la cultura de una sociedad también se fortalece y se hereda a través de las costumbres, y el arte y la religión son dos que conviven juntas en nuestro país. Momento de Ángeles estará exhibiendo las obras -en el segundo nivel del atrio- hasta el 13 de noviembre por si quieren darse una vuelta y “dominguear” con la familia.

Como ya es tradición, parte de lo que esperan los chapines es ver cómo está arreglada la Virgen durante el mes; el color cambia año con año y su vestuario también. Las colas para subir a saludarla son inmensas, las ventas callejeras y el olor a fritura y maíz cocido son parte del paseo. Todo es tan pintoresco que de pronto nos provoca probar de todo.

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Familia que reza unida, jamás será vencida.

No falta la vela de colores que te sirve “para el amor, la salud, la fortuna, el trabajo, etc…”, los rosarios “chintos” o que brillan en la oscuridad, los calendarios de bolsillo, los globos de helio, los dulces típicos y el respectivo atol de elote con la garnacha y el churro. Algunos puestos son tradición familiar, heredados de generación en generación, concurridos y tradicionales. Hay que conocerlo para vivirlo. Si les da desconfianza comer en la calle les doy un tip: los puestos de alta concurrencia tienen alta rotación, por lo tanto el producto se mantiene frasco, y aquí los puestos se mantienen más que concurridos.

Aún quedan días para finalizar el mes, y darse una vuelta por Santo Domingo es parte de nuestra idiosincrasia, pasar la “amontonasón” para entrar a la iglesia, el olor entre encierro y velas, o comer parado en la salida son parte de ella; somos una nación de gente que nunca pierde la fe, la ilusión y por supuesto los antojitos y la oportunidad de comernos una torreja con “humo en tus ojos”.

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Y de paso una torreja…

 

 

 

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