Por: Nancy Chang

Para Mundo de Mamá

 

¿Qué mamá no ha sentido ganas de darle una “nalgada” o “jalón de orejas” a su hijo o hija cuando éste estalla en una rabieta porque no se le compró un caramelo o cierto juguete?, todas las mamás que conozco de alguna manera llegamos a un punto de desesperación cuando la situación se sale de control, y de algún modo recurrimos a sostenerlos fuertemente para hacerle entrar en razón, sin embargo un estudio de  Pediatrics reveló que, usar cualquier tipo de fuerza y agresión física -leve o severa- hacia nuestros niños, puede generar o incrementar cualquier tipo de desordenes mentales en nuestros pequeños.

Luego de que empecé a leer el artículo publicado en la revista TIME, no pude negar que empecé a sentir un tanto de sentimiento de culpabilidad, porque en varias ocasiones tuve que salir de algún lugar corriendo, enojada con mi pequeña de 3 años tomada del brazo firmemente y a la fuerza para corregirla por algún berrinche o rabieta en la tienda de juguetes, no digamos la respectiva nalgada o jalón de orejas en un momento de desesperación por ponerla en su lugar al ver que no entraba en razón… no he sido la única mamá que lo ha hecho, varias de las que conozco y que considero mamás normales, lo hemos hecho sin ser o caer en temas de violencia doméstica, sin embargo, el estudio revela que cualquier tipo de agresión -nalguear, jalonear, zangolotear, empujar o forcejear- por leve que sea, (dejando fuera del estudio agresiones más violentas o severas como abuso sexual, pegar a puño cerrado, quemar…) generan desórdenes de tipo psicológico y mental en nuestros niños y deteriora la relación entre padres e hijos, por tal razón el estudio sugiere que se encuentren nuevas formas alternativas de educar en casa.

Entre 20,000 personas comprendidas dentro de los Estados Unidos de los 20 años de edad,  1,258 manifestaron que han experimentado alguna vez en su vida la sensación de ser empujados o llevados a la fuerza por sus padres, mientras que 19,349 lo han experimentado rara vez. La conclusión indica que las personas que han sido expuestas a nalgadas, jalones, zangoloteo, empujones o forcejeos, tienden a manifestar problemas de humor, desordenes emocionales, desbalances en la conducta o manías, lo que aumenta sus probabilidades de padecer depresión o ansiedad en algún momento de sus vidas. Así también, las personas que tienden a ser castigadas físicamente, tienen más predisposición al uso desmedido de las drogas y el alcohol.

El estudio apela a que los padres tomemos una actitud un tanto más reflexiva, razonable y consciente acerca de cómo educamos a nuestros niños, porque tanto el abuso psicológico como el abuso físico leve, tienen las mismas consecuencias a futuro.

No quiero pensar que el estudio es un tanto extremista, sobre todo cuando vivo en una cultura donde se escucha con frecuencia la frase “una nalgada siempre es necesaria y nunca está de más”, sin embargo, es una forma de reflexionar si estamos haciendo lo correcto, y en lo que averiguamos si les estamos haciendo algún tipo de daño psicológico o mental, es preferible corregir con amor haciendo a nuestros pequeños entrar en razón acerca de lo que hacen, ellos a pesar de ser pequeños, entienden perfectamente la situación, lo que sucede es que nos salimos todos de control y recurrimos a la fuerza por denotar quién tiene el “mando” o la autoridad en esa determinada situación.

Admito que tengo una hija con un carácter de voluntad firme, desafiante, determinante, dominante e imponente, pero quiero dejar esas etiquetas o descripción para los 3 años que está viviendo apenas, y confío en que esto pasará pronto en la medida que ella madure y vaya educando su carácter junto a su temperamento. No se trata de cambiar a nuestros hijos, más bien, se trata de conocer a nuestros hijos, sus alcances y dejarles claros los límites que tienen a su corta edad usando la razón. Considero que la técnica más atinada o que mejor ha funcionado en casa para nosotros ha sigo el “Time Out”, no usas las manos y haces que tus hijos reflexionen acerca de la conducta que los ha llevado a ese tiempo fuera.

¿Cómo te ha ido a ti, qué técnica te funciona más? ¿Te has sentido desesperada alguna vez por hacerlos entrar en razón?

 

 

2 COMENTARIOS

  1. Hay que tener mucho cuidado con eso, una cosa es corregir y otra maltratar.

    Hay que investigar la vida y problemas psicológicos de quienes no han sido corregidos con autoridad, a ver si son más o menos.

    Hoy en día te encuentras en cada esquina niños “malcriados” haciendo rabietas y papás que no saben manejar la situación… ni la nalgada ni ninguna corrección, lo que conlleva a que el niño siempre se salga con la suya, pequeña consecuencia: dejar en ridiculo a sus padres, gran consecuencia: estrellones en su vida.

    • Hola Miriam, tienes toda la razón, no podemos dejarnos llevar por lo absoluto, y es necesario evaluar la situación de cada familia para tomar decisiones; lo importante es que la violencia o usar la fuerza para denotar autoridad, nunca serán una solución para educar a nuestros hijos. Gracias por compartir!

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