Carmen junto a su hija Ashta, ganadoras del giveaway del día de la madre.
Carmen junto a su hija Ashta, ganadoras del giveaway del día de la madre.

Hoy tuve la oportunidad de entregarle el premio a la ganadora del giveaway del día de la madre, una experiencia que me sirvió para reflexionar, no cabe duda que todo en la vida va acompañado de una gran lección y que cada quién tiene su historia para ser ejemplo en algo.

Lo que creí que en un inicio sería un sorteo “común y corriente” por el mes de la mamá, aunque no tan común porque era el primero que hacíamos en conjunto con Cosas de Wiros, Ser Mamá en Guate e Ideas para Loncheras, terminó siendo una experiencia enriquecedora para mi persona.

El concurso inició el 1 de mayo y trataba acerca de seguirnos en Instagram a los cuatro perfiles de las bloggers, dejar un comentario diciendo por qué querías ganarte el premio y mencionar a más mamás para que ellas también participaran. Me llamó la atención que dentro de tanto comentario que dejaron las seguidoras, algunos eran dedicados de hijas a mamás donde nos pedían el premio para ellas.

Llegó el día del sorteo, el 11 de mayo y en mi perfil la ganadora -la cual elegimos en una aplicación aleatoria-, resultó ser una chica de 14 años que pedía el premio para su mamá: “Me encantaría poder regalarle todo esto a mi hermosa mama, que es muy trabajadora, y merece ser consentida! Ha pasado por tanto, que así como otras mamás ella también lo merece”. Cuando le avisé que era la ganadora se podía notar su felicidad, pues gritaba tras el teléfono “Gracias!!! Gracias!!!”, mientras su mamá me hablaba para acordar detalles de la entrega.

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Nos juntamos y les presenté uno a uno los productos que traía el premio, cómo canjearlos y demás formalismos… nos quedamos platicando un rato y compartimos un poco de nuestras vidas, quiénes somos, qué hacíamos y cómo iban a usar los premios, qué iba a ser para quién… Mientras la plática se profundizaba, Carmen -la ganadora del premio- me fue contando más interioridades, algunas de las razones por las que Ashta -su hija de 14 años- pedía el premio para ella.

Carmen es mamá de 3 lindas mujeres, Fe -su hija mayor de 16, Ashta -su segunda hija, que significa “Fe” en hebreo- y Sofía, su tercer hija de 11 años -su milagrito, como ella me la refirió-. Mientras platicábamos, Carmen me contaba que son una feliz familia de 5 miembros donde se describen como luchadores, sensibles por la vida, amor al prójimo, generosos y caritativos, poco a poco me fue contando su historia y mientras algunas cosas me hacía pensar.

Carmen y su esposo tuvieron a sus primeras dos hijas,  y se entregaron como voluntarios en un orfanato cuidando y criando bebés en la sala cuna, ellos se mudaron a vivir ahí, Carmen cuenta que fue una experiencia al principio de incertidumbre, pues ella tenía que comunicarse con misioneros que solo hablaban inglés y ella no practicaba el idioma -hoy es una experta-. Vivieron alrededor de 6 años en el orfanato, sus hijas Fe y Ashta aprendieron a convivir con más niños, compartir con ellos y entregarse al prójimo desde pequeñas. Luego decidieron salir del orfanato y adoptaron una de las bebés que ahí estaba acogida, la cual llamaron Sofía, su tercer hija. Con el tiempo ellos notaron diferencias en Sofía, quien ha manifestado ciertos problemas y dificultades en su aprendizaje, diagnosticada con un leve retraso en sus facultades; hoy su hija de 11 años está cursando el primer grado de primaria, pues sus capacidades aún no la dejan avanzar al grado que a su edad debería cursar. Ellos adoptaron a Sofía como una bebé “normal” y sana, sin embargo las dificultades en el camino les han enseñado que ella es un encargo del cielo.

Carmen me contó que ha sido una inversión de vida y que Sofía ha sido un reto y a la vez una encomienda para su familia, pues han aprendido a llevar todo el proceso como familia comprendiendo las dificultades de ella, sin embargo la carga económica es muy fuerte para darle todo lo que necesita, lo que a la fecha no escatiman, pues asiste al colegio, terapias, exámenes y análisis necesarios y de rutina para darle un diagnóstico acertado a Sofía.

Por si fuera poco ejemplo de generosidad, las hijas de Carmen, -Ashta y Fe- hacen voluntariados como traductoras para misioneros que vienen de fuera a hacer labor en nuestro país, ellas de esa forma hacen sus ahorros para darse sus gustos, pero este año no pudieron hacerle un regalo del día de la madre, por esta razón fue que Ashta quiso participar en el concurso.

Me fui satisfecha de haberle entregado el premio a una mujer, mamá e hija que se veían merecedoras de esto, porque las mamás necesitamos también quién nos consienta, de vez en cuando queremos premiarnos públicamente y no guardar en silencio nuestros logros. Carmen, por lo que pude percibir, ha vivido dándole a más personas todo el tiempo, y desde que conoció a Sofía y la adoptó a su familia, abrió las puertas a alguien que tuvo la oportunidad de conocer a una familia y crecer en ella.

Mientras asimilaba todo, pensaba que hay tantas cosas por las que nos debemos sentir satisfechos, agradecidos y a la vez merecedores… recibimos tantas bendiciones y a veces se nos olvida dar gracias o las pasamos por alto… hoy Carmen me recuerda que hay que ser generoso sin esperar nada, y por ende las cosas llegarán en su momento.

Carmen: mereces el premio, como dije hoy, las cosas llegan a su tiempo, sin prisa y en su momento; hoy es tu momento, te mereces cada cosa que va en ese premio para consentirte, para pasar tiempo con tus hijas y para disfrutar junto a ellas, porque las mamás siempre o casi siempre nos dejamos de último, hoy tú eres primero y gracias también a tu hija que se animó a participar para ti. Las cosas no pasan por casualidad, hoy eres merecedora de esto.

Que lo disfrutes,

~N~

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