Desde la idea de tenerlos, hasta su crianza, es material de discusión en la pareja; las decisiones sobre tus hijos deben ir siempre de la mano de habilidades de negociación y al mismo tiempo de tolerancia.

Durante la paternidad y maternidad hay muchos momentos cruciales, sin duda. Sin embargo, existe un momento en la vida de toda pareja que resulta ser decisivo y el desencadenante de todos los demás: La decisión de concebir un hijo para convertirnos en padres.

Parece obvio, pero no lo es tanto. Son muchos los interrogantes que hacen aparición, muchas las dudas y no menos los obstáculos a sortear.

En primer lugar, hay que analizar la razón para tener hijos. Hay tantas razones como parejas, pero entre las más comunes se encuentran las siguientes:

La edad: el ritmo de vida actual, los bajos salarios, la dificultad de acceder a una vivienda propia, los hábitos o las comodidades a los que la pareja no quiere renunciar, etc. son las causas del por qué la gente joven tarda cada vez más en tener hijos. Realmente, el aumento de la edad a la hora de tener el primer hijo tiene sus pros y sus contras. La parte positiva es que la pareja es más madura, se conoce más, ha vivido más, luego tendrá más y mejores cosas que ofrecer a sus hijos. La negativa, los hijos tendrán padres mayores, menos activos pero, sobre todo, existe un riesgo creciente de sufrir algún tipo de dificultad o problema durante el embarazo y el parto. Por lo anterior, es prudente encontrar el balance.

Las presiones: éstas pueden venir tanto de la propia pareja, cuando uno de los dos quiere tenerlos pero el otro no lo tiene tan claro; de la familia, con unos padres que están ansiosos por ser abuelos; como del propio entorno, familiares, amigos, conocidos, etc.

El aburrimiento o los problemas de pareja: desgraciadamente, son muchos los casos en los que se llega a un punto en la pareja que, por falta de conexión o por la existencia de problemas serios, creen que van a solucionarlos con la llegada de los pequeños. Sin embargo, esto será el desencadenante de problemas aún mayores. Procura tomar la decisión de concebir un hijo cuando la pareja esté estable emocionalmente.

Otro aspecto importante a tomar en cuenta es la capacidad de lograr acuerdos ya que un vez que nazcan los hijos hay que valorar aspectos como la educación, el cuido del hogar, el tono y manera de conversar con el pequeño y hasta  la relación con el resto de su familia. ¿Retador no es asi?

Los hijos son el fruto del amor entre una pareja y el regalo que convierten al hombre y mujer en padres de familia; procura tomar esta decisión lo más responsablemente y ten en cuenta que desde el momento que un hijo llega a tu vida, él o ella merecen tener una buena calidad de vida y por consecuencia, merecen ser felices.

 

Vía: Papaenapuros 

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