Por: Macarena Corlazzoli de Molina

Para Mundo de Mamá

 

Después de ciertas complicaciones en el embarazo, Pía nació de 29 semanas y 6 días de gestación el 7 de enero, pesando 3.3 libras y sin poder respirar por si sola. Salió 31 días después sin mayores complicaciones con 4.4 libras de ternura, angustias, preocupaciones y alivio al mismo tiempo. Eso fue hace diez meses y son cifras que quedan grabadas por siempre, al igual que la experiencia de ser mama de una prematura.

Seguramente, mi esposo contaría otro lado de la historia, porque para él fue todavía más complicado al tenernos a las dos en el intensivo por varios días, pero trataré de poner mi experiencia de la manera más abierta posible. Cuando los médicos nos avisaron que tenían que hacer una cesárea de ultra urgencia, no sabía en qué nos metíamos, tal vez por inconsciente o simplemente por no saber lo que significa ser madre de un prematuro, cuáles son las complicaciones médicas, los altos y bajos físicos, económicos y emocionales. Sobre todo emocionales. Los 31 días en el intensivo de nuestra chiquita fueron muy confusos, agotadores y solitarios para mí.

Confusos porque los médicos te lanzan muchísima información que entiendes a medias y sientes que todo tiene que ser decidido inmediatamente sin darte tiempo de lograr entender ni procesar lo que está pasando.

Agotadores, porque bueno mi cesárea fue tan de emergencia que no me cocieron, si no me dejaron grapas, yo salí a los cinco días de la cesárea, pero todos los días caminaba bastante para entrar al intensivo y estar con ella unas horas, todavía muy adolorida de la operación. En las tardes regresaba a casa para estar con mi pequeño de año y nueves meses y apenas los médicos llamaban en la noche para darnos el reporte de cómo había pasado la tarde, caía derrumbada del cansancio. Entre una y la otra, logré sacarme leche materna cinco a seis veces al día para cuando la chiquita ya empezara a comer, pudiera tomar leche materna. Increíblemente el hospital no tenía un cuarto de lactancia, pero los médicos te presionan en cierta manera a que les des leche materna, sin que haya condiciones especiales para ello (esterilización de los sacaleches, cuarto cómodo). Dependiendo del caso, usaba un cuarto vacío o la oficina de enfermeras. Después de la emergencia, y el correteo, el hecho de salir sin tu bebe del hospital como debería de ser, el agotamiento emocional me dejó en un estado de deambulamiento. Teníamos que estar negociando entre las enfermeras que contradecían los neonatólogos. Recuerdo muy bien la primera semana, cuando los médicos nos dijeron que le pusiéramos música clásica en la incubadora para ayudarla y que se sintiera acompañada, salimos corriendo a buscar bocinas pequeñas, desinfectarlas por mil y un producto, hacerle un playlist con cuentos leídos por nosotros para que después pudiera reconocer nuestras voces y conocer la voz de su hermano. Estábamos orgullosísimos de poder ayudarla de esa manera, sin embargo la jefa de enfermera de turno decidía si sí o no correspondía ponerle canciones de cuna hasta al fin que el médico nos dijo “no peleen con la cocinera”, sin darse cuenta que era el único acercamiento que podíamos tener con ella, mientras nosotros no estábamos en el hospital.

Solitarios, porque quien no lo vive jamás lo entenderá. Nuestros amigos y familiares nos acompañaron el día que nació y unos días mas, pero al pasar el tiempo, al ellos no tener más tiempo supongo, y viendo que “todo estaba evolucionando” ya no estaban presentes como yo lo hubiese querido. El prematuro es prematuro por muchas semanas o meses.

Tuvimos que reajustar nuestras vidas después que Pía saliera del hospital también. Bajo recomendaciones de los médicos sacamos a Santiago del colegio para disminuir probabilidades de contagio hacia su hermana. Convertimos su cuarto en casa cuna, con calefacción constante de 27 grados y muchas precauciones de limpieza. Para el hermano mayor fue novedad el primer día tratamos de que jugara a ser médico para que se pusiera la mascarilla y gorro, pero controlarlo que lo hiciera durante dos meses fue más complicado.

Después de la emergencia, se les tiene que realizar muchos controles de la vista debido a su nacimiento prematuro, como también el uso de oxígeno por tanto tiempo. Con el pasar de las semanas, Pía fue recuperando la rihnoterapia de uno de los ojos, sin que haya riesgos más adelante. Desde un inicio, la llevamos tres veces a la semana a fisioterapia, ya que los prematuros tienen una tendencia de presentar problemas motores.

Llevamos diez meses de chequeos médicos constantes y terapias especiales, pero llevamos diez meses de disfrutarla cada día, de ver cómo evoluciona constantemente y define su carácter. No gateará a los 7 meses como su prima ni caminará a los 13 meses como su hermano, pero Pía va marcando propiamente su paso y con ello el nuestro.

 

Algunos tips para ayudar a una amiga con un bebé prematuro

– Hacer una lista de posibles donadores de sangre. Se hacen muchos tomas de sangre a los bebes, para exámenes médicos rutinarios, con lo cual debido a su pequeño tamaño, se deben hacer transfusiones de sangre. Si ya conocen el grupo de sangre que tiene el bebe, entreguen una lista de posibles donadores a los padres. Cuantos más donadores de sangre, mejor, ya que se busca que tengan compatibilidad en muchos aspectos, no solo en el tipo de sangre.

– Durante la estadía del bebé en el hospital, él bebé necesitará cremas especiales, bolsas para refrigerar o congelar la leche materna, un dispositivo electrónico como un iPod con música clásica y canciones de cuna con audífonos (desinfectarlos). Cuando el bebé salga del hospital, pueden ayudar con pañales de prematuros, ropa para prematuro, un inclinador de cuna para el reflujo, jabón para desinfectar, mascarillas y gorros para los papás.

– La mayoría de veces el cuarto del bebe no está listo, los amigos pueden ayudar a los padres en arreglarlo por ellos (pintar, armar cuna y cambiador, etc.) unos días antes que salga del hospital.

– Mientras el bebé está en el hospital, los padres no tiene tiempo ni fuerzas para hacer compras de supermercado, pueden enviar platos para calentar (esos fueron mi salvación), compras de supermercado, revistas para mientras estén en el hospital, ayudarlos a cuidar de los otros hijos que se tengan (playdates, visitas al zoo por ejemplo) mientras están en el hospital.

– Entender que después de la salida del hospital son semanas y meses difíciles, sepan esperar para conocer al bebé y estén presentes de una u otra manera en esas semanas (llamadas, tarjetas, mensajes de texto)

– Preguntar cómo están. Mi esposo recibía las llamadas para saber cómo estábamos nosotras, meses después se quejó que nadie preguntaba cómo estaba él. Lo más importante, hacerles saber que por más que no tienen las fuerzas de querer hablar ustedes están allí para darles un consuelo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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