Por: Carolina Solís

Para Mundo de Mamá

 

Hace unos fines de semana, por un descuido de mi parte, dejé una caja de chocolates en el comedor. Yo me fui para la cocina y mi esposo para el cuarto. Unos minutos después y simultáneamente nos preguntamos: ¿y el bebé? Cuando está calladito ya se sabe que alguna travesura estará haciendo, así que más vale averiguar de qué se trata. Lo encontramos sentado debajo de una mesa, feliz con toda su carita café. Ya había alcanzado dos. Al primero le había quitado la envoltura y estaba entusiasmadísimo comiéndoselo y el segundo no lo soltaba con su otra manita.

Nuestro pediatra fue el primero en sugerirnos que no le diéramos dulces (confites, golosinas) de ninguna manera, pero en cuanto le pone una vacuna le ofrece una paleta. Es curioso pero probablemente para todos es inevitable ligar a los niños con los dulces y los dulces con las recompensas.

En este caso no se trataba de un premio sino más bien fue como un “golpe de suerte” para él.

¿Pero son los dulces lo peor del mundo? Carencia de vitaminas, aparición de caries, problemas de sobrepeso o un descontrol de los niveles de glucosa en sangre son algunos de los problemas más frecuentes que trae consigo el abuso en su consumo, por lo que la obvia recomendación de los expertos es que no deberían formar parte de la dieta. Como en todo, los excesos son dañinos. Incluso se aconseja para niños mayores de 5 años es que no excedan de un dulce al día y por supuesto no todo el tiempo.

El chocolate tiene características distintas, pero no hay que confiarse. Se considera un alimento nutritivo y energético. Contiene nutrientes como el calcio, el fosfato, proteínas y otros minerales, además de sustancias naturales como los flavonoides, que protegen el organismo frente a enfermedades cardiovasculares pero hay que limitarlo. Se dice que si un niño consume chocolate en cantidades exageradas, puede sufrir una intoxicación con diarrea, náuseas y vómitos.

En México 4.5 millones de menores entre 5 y 11 años padecen obesidad, lo que coloca al país en el primer lugar mundial de este padecimiento. Dulces, comida rápida y bocadillos son en orden los causantes de tan desastrosa estadística, aunque más allá de esos que parecen los malos el principal enemigo son los hábitos alimenticios.

La Sociedad Alemana de la Alimentación señala que: “Prohibiendo los dulces solamente se logra que estos resulten más tentadores, por lo que deben poder comerse, aunque con determinados límites”.

En fiestas, en ocasiones especiales es como los que saben los recomiendan y nunca como una recompensa a un comportamiento, primero por que termina siendo el dulce el bueno del cuento y segundo porque se fomentan los malos hábitos.

No sé cuánto tiempo falta para que nuestro bebé los descubra en serio. Apenas se está empezando a dar cuenta de los efectos que tienen en él. Probablemente pronto habrá que ponerle atención al tema y a quienes se los facilitan como los abuelitos, tíos y amigos que solo tienen la intención de consentirlo.

 

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