Muchas mujeres se han convertido en abuelas, y aún siendo jóvenes, hoy les toca ayudar a sus nueras o hijas a cuidar a los nietos mientras ellas salen a trabajar jornadas de tiempo completo. El que una abuela lo haga con mucho amor y reciba esta misión con alegría, es aún mejor. Pero, y he aquí un gran pero, esta tarea no debería ser una excusa para “llenarse la vida” de esa labor.

Sin importar qué tan joven o adulta sea una abuela y el nivel de compromiso que tengan sus hijos en su propia rutina, ellas jamás deben renunciar a tener vida propia. Ver a las amigas, cultivar un hobby, apuntarse en un curso extra, salir al cine… son actividades necesarias e indispensables no sólo para mantenerse vital, sino que para evitar convertirse en un lastre para los demás. En muchos casos se sugiere que las abuelas revisen su actitud, porque si son serviciales y ayudan a la familia pero a cada rato pasan la cuenta, esto está mal.

No contradigan a su nuera en la crianza de sus hijos y demuestren con hechos que no intentan suplantarla o desvalidar su forma de educar.

Las abuelas deben marcar ciertos límites hacia los hijos y también ponerlos ellas mismas para sí mismas; una abuela o suegra debe mantener respeto y objetividad hacia la dinámica familiar que ha adquirido la familia que ha formado su hijo o hija, y a la vez debe ser clara hasta qué punto puede o quiere comprometerse con la labor del cuidado de los nietos mientras los hijos trabajan. La prudencia siempre será su aliada y le permitirá dar el mejor consejo cuando alguno de los hijos se lo pida.

Ref. Hacer Familia

 

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