Ya sea en el resultado de sus calificaciones escolares, el lugar donde estudian, la marca de la ropa que usan, los gadgets o el deporte que practiquen, los jóvenes hoy sienten la presión por llegar a la cima y destacarse sobre los demás, de lo contrario no se sienten validados, por esto los padres es tan importante que puedan afianzar sus cualidades y validar sus emociones para que aprendan a que la vida no es una competencia.

Antes se acostumbraba escuchar de competitividad entre adolescentes o adultos, pero hoy ya escala a nivel de tweens, y ¿por qué ahora a segmentos de menor edad? los niños y jóvenes ahora están siendo expuestos a más y más programación que promueve la competencia entre sí como American Idol, Survivor, y America’s Next Top Model entre otros; así mismo, la cultura del “reallity TV” con programas como Jersey Shore, Quiero Mis 15 entre otros, cada vez nos muestran más que a toda costa se lucha por ser el primero, el de mayor exposición y el más renombrado para bien o para mal, todos estos programas refuerzan la idea que ser el número uno es lo que importa y no sobre quién tenga que ser.

Al exponer a nuestros hijos sin haberles formado un criterio previo, surgen pensamientos como “yo puedo hacer eso o tener aquello, y si no lo hago entonces soy un nadie o un perdedor”, y es así cuando ellos deciden pasar sobre los demás por tener la atención que esperan y el lugar que creen tener para validarse equivocadamente.

Hoy lo padres de estas generaciones de adolescentes y tweens también se ven afectados o envueltos en el juego de esta cultura competitiva, donde se ven obligados a inscribir a sus hijos en clases extracurriculares de moda, planean viajes a destinos fuera de serie, contratan tutores privados, los llevan pilotos privados a todos lados, y esto simplemente porque se convierte en lo “aceptable” para encajar en los círculos sociales de otras familias competitivas porque lo básico ya no es suficiente.

Si embargo, la presión a competir, sea cual sea su origen, puede conducir a un estrés que llegue a paralizar las decisiones de los jóvenes por temor a cometer errores.

Es necesario reconocer que la competencia no es mala, siempre y cuando se maneje de manera sana, con expectativas realistas y con énfasis en buscar la excelencia personal, es bueno para todos los niños. Los padres deben reforzar temas como educación con disciplina, manejo del tiempo y establecimiento de metas claras para formar un criterio propio en sus hijos basado en valores morales.

Éstos son algunos pasos inteligentes para compartir con tu familia y enseñarles a tus hijos cómo ser equitativos:

1. Hacer hincapié en los valores personales: cuando de deportes se trate, anima a tu hijo a mejorarse a si mismo, no mejorar su punteo respecto a los demás y cuando de estudios se trate, anima a tu hijo a sacar mejores puntuaciones, no un perfecto 100.

2. Piensa antes de comprarle a tu hijo aquel gadget de moda: cuando los jóvenes piden lo último en equipo de tecnología y juego asegúrate que no lo hagan con el afán de mostrarlo a sus compañeros, dale un motivo para comprarlo, aprovecha el deseo para que sea un regalo de cumpleaños o un regalo para una fecha conmemorativa como Navidad.

3. Habla con tu familia de los valores que poseen como núcleo: refuerza los valores, expone a tus hijos cuáles son las virtudes que cada uno de ellos posee particularmente, que los hace diferentes a los demás. Recuérdales cuantas veces sea necesario estas cualidades y en diferentes situaciones en las que se vean envueltos, celebra sus éxitos y anímalos en los fracasos a seguir adelante. Reconoce la diferencia de cada uno de tus hijos, sus fortalezas y sus debilidades, anímalos a colaborar uno con otro uniendo esfuerzos con las fortalezas de cada uno.

4. Habla de los modelos de conducta: háblales con ejemplos claros, con el lenguaje que ellos acostumbran usar, con situaciones con las que se identifiquen, por ejemplo un partido de fútbol discutan cómo se comporta cada jugador, reconozcan sus fortalezas y sus debilidades.

5. Hazles las preguntas correctas: no les hables en lenguaje subliminal, habla claro y directo, pregunta lo que tu hijo está aprendiendo en la escuela, no preguntes si lo hizo bien o si lo hizo mal; pregunta cómo se sentía mientras jugaba, no preguntes quién ganó, esto reforzará y validará sus sentimientos; pregunta si el partido que vio o jugó fue divertido, no preguntes quién llegó a verlo.

6. No lleves la cuenta de los puntos ganados o perdidos: no es necesario que lleven la cuenta de las veces ganadas, sino de las veces que han compartido en el juego con otras personas, el compartir amplía su punto de vista y su conocimiento hacia otros puntos de vista, y esto genera más criterio puesto que existen más puntos de referencia.

La competencia está a merced del día pero está en tu labor de padre y madre el animar a tus hijos a crear su propio criterio, y crear seguridad en sí mismos para que no se sientan perseguidos y no caigan en el mismo juego. Recuérdales que el verdadero valor no está en lo que se posee materialmente, sino en lo que pueden darle interiormente a los demás.


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