La estimulación adecuada durante los primeros tres años de vida de nuestros hijos contribuirá a desarrollar sus aptitudes y capacidades. Por eso, debemos rodearlos de estímulos sensoriales y psicomotrices que favorecerán a tal desarrollo.
La idea no es que creamos que podemos hacer de nuestros niños unos seres superdotados o genios. Más bien, debemos tratar de contribuir a que desarrollen todas las capacidades para que sean personas equilibradas e inteligentes.
Aquí es donde tenemos que brindarles un entorno basado en la seguridad y el afecto, que potencie su desarrollo emocional, les dé mayor confianza en sí mismos y la seguridad para que puedan explorar el medio que les rodea y aprender del mismo.
Los bebés nacen con un número de neuronas que oscila entre los 100.000 y los 200.000 millones, que son las células necesarias para desarrollar su inteligencia y que no se multiplican posteriormente, al contrario, van disminuyendo. Lo importante es una adecuada estimulación que permita crear una extensa y compleja red neuronal, para que los niños tengan más posibilidades a la hora de aprender y enfrentarse a nuevos problemas. Estas serán las bases para el desarrollo intelectual, social y emocional a lo largo de la vida de nuestros hijos.
Siguiendo el perfil de desarrollo de Doman-Delacato, a los 6 años un niño ya ha aprendido:
- A entender el lenguaje oral
- A leer el lenguaje escrito
- A reconocer un objeto mediante el tacto
- A caminar erguido en patrón cruzado
- A hablar un lenguaje abstracto, simbólico y convencional
- A escribir este lenguaje
Estas seis funciones son fundamentales para todos los aprendizajes posteriores. Si nuestros niños las tienen asumidas y automatizadas cuando inicien la escuela, tendrán más posibilidades de éxito.
Las técnicas y métodos de aprendizaje temprano ofrecen a los padres valiosa información para que nuestros niños alcancen las herramientas suficientes que les permitan, cuando sean adultos, elegir aquello que quieran ser.
Vía: Sólo Hijos y Mujer Terra
