Por: Carolina Solís

Para Mundo de Mamá

 

De cuántas imprudencias que pensé y/o dije antes de ser mamá me muerdo ahora la lengua. Es increíble cómo cambian las cosas de cuando ves el toro desde la barrera versus cuando lo tienes enfrente.

Recuerdo, por ejemplo, que me parecía terrible que las mamás que no trabajaban decidieran matricular a sus niños al kinder desde el año.- Que ingratitud-, decía para mis adentros.

Hoy el mío, a pesar de que trabajo desde la casa, está con menos de 2 años de edad en la escuela. Las razones fueron sencillas. Sus primos, tías, abuelitos están lejos y nos interesa que interactúe con otras personas, que juegue, que se distraiga y aprenda a respetar los límites que se impone en otros lugares. Las justificaciones cuando no tenía bebé simplemente no eran parte del panorama completo. Lo único que evaluaba, sin ser nadie para hacerlo, era la decisión.

También pensaba en esas situaciones incómodas de restaurante, supermercado o incluso avión: ¿Cómo esa mamá no controla a su hijo berrinchudo? Hoy con el nuestro nos hemos dado cuenta que está en una etapa en la que desea medir hasta dónde tiene el  control y que la forma más fácil que tenemos para detener el berrinche es explicándole lo que pasa pero no insistir con pedirle que se calme, algo así como hacernos los tontos en lo que se le pasa.

Otra impresión que tenía y que no comprendía era para que viajan con sus hijos tan pequeñitos a esos parques de diversiones tan caros si ni se van a acordar y de seguro la mitad del día van a estar dormidos agotados en sus carriolas (coches). Hoy, solo me imagino la carita del mío frente a esos personajes y lo que me encantaría llevarlo no importa cuándo.

Así una a una mis teorías y críticas se han ido desmoronando. Sin duda, las mujeres mamás somos exhaustivamente evaluadas  por los demás, nuestra propia familia, los vecinos, las amigas e incluso los desconocidos.

El comportamiento de nuestros hijos y las decisiones que tomemos supongo que inevitablemente serán comentadas, analizadas, criticadas y habrá una que otra, como yo, que se anime imprudentemente a dar un juicio de valor sobre algo que ni siquiera tiene idea de por qué sucede.

Hasta que somos mamás, podemos entender un poquito mejor lo que otras pasan, porque además todos los niños son diferentes. No existe una sola forma correcta de criar hijos.

Libros de inteligencia emocional e incluso motivadores empresariales ofrecen sugerencias para, en cualquier aspecto de la vida ya sea o no como mamás, lidiar con las críticas. No son novedades pero si vale la pena recordar cosas como mantener la calma y no exasperarse ni contestar agresivamente en el momento, incluso agradecer la opinión,  escuchar con atención y descubrir el lado positivo, reflexionar sobre el mensaje, entre otros.

Los juicios de valor siempre estarán allí. Como padres que amamos a nuestro hijo y que estamos experimentando por primera vez la maternidad y la paternidad, solo nos queda tomar lo bueno de esos inevitables comentarios y seguir adelante.

 

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