Por: Lorena Carrillo de Bianchi

Para: Mundo de Mamá

 

Hace tres años recibimos en casa a nuestra primera hija.  Como era de esperarse, recibía toda nuestra atención. Era la primera nieta mujer de las dos familias y por su gran lucha con la prematurez y luego su gran triunfo, era el centro de atención de todos.

Unos meses después de cumplir sus 2 añitos, mi esposo y yo le dábamos la noticia de que se convertiría en hermanita grande!  Al principio del embarazo no obtuvimos mayor reacción al respecto pero conforme crecía mi panza y le explicábamos que había un bebé adentro iba llenándose de más emoción. Durante el embarazo tuvo altibajos con su comportamiento.  La mayoría del tiempo era la niña dulce, obediente, cariñosa que conocíamos y en otros momentos la queríamos regalar a quien nos la quisiera recibir!!

Cuando nació su hermanita, en octubre, su actitud fue completamente maternal.  La llenaba de besos y abrazos y quería cargarla y acariciarla todo el tiempo.  Al principio no vimos mayor cambio en su comportamiento, ya que como la bebé dormía la mayoría del tiempo, ella seguía con su rutina mas o menos igual.  Pero cuando su hermanita empezó a demandar más atención y a consumir ese tiempo que antes le correspondía a ella, vimos un cambio radical en su actitud.

Sus berrinches y rabietas eran constantes, ya fuera porque no quería comer o porque no quería ponerse cierto par de zapatos. Todo lo que le pedíamos era un automático NO!  En mi casa siempre hemos trabajado con advertencias y consecuencias, y llego el punto en que mi relación con mi hija era 100% de regaños.

Hace dos semanas hubo un día en donde se fue ya regañada al colegio por la mañana y esa tarde al regresar hizo berrinche durante toda la tarde por esto y aquello, tanto así que cuando finalmente se durmió, me di cuenta que ese día habíamos peleado únicamente.  Ni una palabra de amor, ni una caricia, nada! Todo habían sido regaños!  En ese momento me senté a analizar qué era realmente lo que estaba pasando, en donde estaba mi hija preciosa que habíamos educado y criado por los últimos tres años y que había desaparecido en cuestión de semanas?

Supe en ese momento que lo que mi hija me estaba pidiendo a gritos era atención.  Esa atención que antes recibía sin ningún esfuerzo, y que ahora ella notaba que solo la recibía cuando se comportaba mal.  Gracias a Dios, nunca se volvió en contra de la bebé. Su enojo era únicamente conmigo y su papá… y con toda razón!

Hablamos con mi esposo durante la noche y elaboramos un plan de acción para asegurarnos que nuestra hija mayor recibiría la atención necesaria de manera positiva, para que no sintiera la necesidad de buscarla con actitudes negativas.

Me levante más temprano para asegurarme de ya estar arreglada cuando ella se despertara, me tome mi tiempo bañándola y vistiéndola, mientras le pedía a la niñera que me cuidara a la bebé unos momentos.  Luego íbamos al comedor a desayunar todos juntos y platicábamos con ella de los temas que más le interesan… princesas, pintar, etc! Al regresar del colegio, por la tarde, me esmeré en dedicarle tiempo solo para ella, haciendo algo que a ella le gustará como pintar o armar rompecabezas, solo ella y yo. También le expliqué que su hermanita, por ser bebé, necesitaba que yo la atendiera para muchas cosas, pero que ella me podría ayudar a cuidarla.  También le expliqué que a veces mamá necesita un momento para descansar y que en ese tiempo ella puede ver su programa favorito.  Por la noche cuando llegó mi esposo, le dedicó un momento especial a ella y la elogiamos por haberse portado bien.

Me tome la libertad de hablar con su maestra del colegio para contarle la situación que estábamos pasando en casa y le dije que todos los días le mandaría una nota contándole cómo se había portado mi hija el día anterior para que ella nos apoyara con los elogios o que le platicara un poco de cómo debía hacerle caso a mamá y papá.  Decidimos NO trabajar con método de premios, ya que no queríamos fomentar la idea de que un buen comportamiento era solo para recibir algo a cambio. Lo que buscamos es motivarla a que ella quiera portarse bien y eso lo hacíamos con elogios y dándole la atención que ella, como niña de 3 años, necesita.

Obtuvimos resultados inmediatos y fue un giro completo en su actitud y comportamiento desde el día 1!  Los más sorprendidos eramos mi esposo y yo, que nos dimos cuenta que el problema de nuestra hija eramos nosotros!!… que nos encontrábamos tan involucrados en la llegada de la nueva bebé que habíamos dejado a nuestra primera bebé por un lado, sin querer y sin notarlo! Fue una gran lección ya que a veces, como adultos, se nos olvida que estamos tratando con niños, y que ellos tienen maneras bastante básicas y predecibles de expresar sus sentimiento, aunque muy diferente a como lo haríamos nosotros y es tal vez esa la razón por la cual es tan difícil entenderlos.

Nuestra casa a regresado a la normalidad, tenemos a nuestra preciosa hija de regreso, hemos encontrado un balance y nos estamos adaptando a la nueva rutina.  No ha sido fácil, ya que hemos tenido que esforzarnos más como padres y cambiar hábitos que ya teníamos bien establecidos durante los últimos 3 años, pero sabemos que de eso se trata y lo hacemos con todo el amor del mundo, porque ellas se lo merecen!

Ánimo, si tu hijo se esta comportando de manera negativa o completamente diferente a su conducta normal, lo más probable es que haya algo que esté tratando de decirte y la solución puede ser más sencilla de lo que piensas! A veces, los padres estamos siendo más parte del problema que de la solución, así que recuerda que tus hijos necesitan que tú les enseñes cómo deben expresar sus sentimientos de la manera correcta, ellos esperan que tú seas quién les enseñe el camino a la felicidad.

 

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