¿Se estará haciendo lo suficiente para protegernos de los productos químicos que podrían hacernos daño?

Hace cinco años, Molly y Zachery Gray estaban en medio de un espiral oscuro y solitario. Todo inició con el primer aborto involuntario de Molly, “Fue un proceso muy emotivo, de estar tan alegre, tan feliz y listos para dar ese paso hacia la maternidad y que de repente todo se aparta de ti”, dijo Molly, de 32 años. “Estas en medio de un embarazo y de repente ya no lo estas. Es realmente difícil.”

Después de un segundo aborto involuntario los Grays fueron a la caza desesperada de respuestas. Después que Molly quedó embarazada por tercera vez, ella se enteró de un estudio para poner a prueba la sangre de mujeres embarazadas para detectar los niveles tóxicos de productos químicos dentro de la misma, en el cuál ella se inscribió.

Los Grays se preguntan, como muchos lo hacen, si los productos químicos en el medio ambiente podrían ser los culpables de sus pérdidas. A lo cuál la ciencia aún no les puede dar una respuesta concreta.

Un creciente número de estudios han encontrado cientos de productos químicos tóxicos en las madres y, posteriormente, en los órganos de sus bebés cuando nacen. Si bien no hay ciencia que pueda servir para determinan las conclusiones y efectos entre esta mezcla de productos químicos tóxicos y el nacimiento de niños con problemas de salud, una serie de estudios han encontrado asociaciones entre los niveles elevados de productos químicos en el cuerpo de un bebé y su desarrollo. No una causa o efecto definitivo, pero si asociaciones.

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A pesar de sus mayores esfuerzos por evitar cualquier cosa poco saludable mientras estaba embarazada de su hijo, la sangre de Molly probó altas cantidades de mercurio, un metal pesado que puede causar daño cerebral al feto en desarrollo.

“Es realmente aterrador y desalentador”, dijo Molly. “De alguna manera mi hijo estaba siendo expuesto al mercurio y eso es un peso que debo aprender a llevar porque siento que nuestro trabajo como padres es protegerlos, para cuidar de ellos, para alimentarlos y para mantenerlos fuera de peligro.”

Los científicos del Columbia Center for Children’s Environmental Health en New York han estado siguiendo a cientos de mujeres embarazadas en los últimos 12 años para medir los productos químicos que han entrado en su útero durante el embarazo.

Estas mujeres embarazadas se han sometido a pruebas como el uso de mochilas especiales, las cuales cargan a sus espaldas durante 48 horas al caminar por las ciudades, cada una con un tubo largo que está colgado de su hombro. El tubo aspira el aire en un filtro especial, dando una medición aproximada del aire que se está respirando. La mochila está diseñada para medir sustancias tóxicas ambientales arrojados por los vehículos, pesticidas, y sustancias químicas de productos comunes para uso en el hogar.

“Me sorprendió cuando analizamos las muestras de aire (de las mochilas) y se encontraron que en el 100% de ellas tenían niveles detectables de al menos un pesticida y contaminantes atmosféricos que nos interesan”, dijo la Dra. Frederica Perera, directora de la CCCEH y profesor de Columbia University Mailman School of Public Health.

La preocupación no se limita a la inhalación de sustancias tóxicas en las madres. El estudio indica que las madres CCCEH están pasando estos productos químicos tóxicos a sus bebés. Hasta ahora, los tóxicos que se miden en las mochilas coinciden con los que científicos están encontrando en la sangre del cordón umbilical de los bebés una vez nacidos.

Es un hallazgo que plantea preguntas para los científicos como Perera acerca de cómo estos productos químicos pueden estar influyendo en el bebé – cuya capacidad para defenderse de los productos químicos tóxicos es considerablemente menor que los adultos – mientras que se desarrolla en el útero.

Estudios pequeños hechos por otros grupos también están encontrando los productos químicos de uso común en los bebés.

“Hemos medido cientos y cientos de sustancias químicas tóxicas en la sangre de los bebés que aún están en el útero”, dijo Ken Cook, presidente del Environmental Working Group, una organización sin fines de lucro en defensa del medio ambiente. “Los retardantes de fuego, los productos de consumo como los de cuidado personal, maquillaje, champús. Es una lista muy larga.”

El estudio EWG encontró un promedio de 232 químicos en la sangre del cordón umbilical de 10 bebés que nacieron a finales del año 2009.

Son sustancias químicas presentes en una amplia gama de productos para el hogar común – una lista que es tan larga como es familiar – champús y acondicionadores, cosméticos, plásticos, cortinas de baño, colchones, productos electrónicos como computadoras y teléfonos celulares, entre otros.

“Del 80% de los productos químicos comunes para el uso diario en los Estados Unidos no sabemos casi nada acerca de que si pueden o no dañar el cerebro de los niños, el sistema inmunológico, el sistema reproductivo, y los demás órganos en desarrollo”, dijo el Dr. Phil Landrigan , pediatra y director del Children’s Environmental Health Center at Mount Sinai School of Medicine. “Es realmente una situación aterradora en la que nos hemos metido.”

Perera y sus colegas continúan estudiando a estos niños desde el útero, el nacimiento, hasta sus primeros años de vida. Recientemente han publicado un estudio en la revista Pediatrics donde se demuestra una asociación entre los productos químicos que se encuentran en la sangre del cordón de los bebés, y más tarde los problemas en las pruebas de coeficiente intelectual y de desarrollo.

“Quince por ciento de los niños en nuestro estudio tienen al menos un problema de desarrollo”, dijo Perera.

La cantidad de productos químicos medidos en la sangre del cordón umbilical de los bebés parece importar. Cuanto mayor sea la concentración, menos es el coeficiente intelectual de los niños. El estudio también se realiza en mujeres embarazadas en Polonia y China, y se encontraron resultados similares.

Molly Gray todavía lucha con la idea de que el mercurio encontrado en su sangre podría haberse trasladado a su bebé. Esta preocupación es algo de lo que no puede desprenderse.

“Hay plásticos, mercurio, pesticidas”, dijo Molly Gray, “Las cosas con las que estamos limpiando nuestras casas, los materiales con los que estamos construyendo nuestras casas. Creo que el volumen y la cantidad de las posibles causas que tenemos alrededor son un poco abrumadoras.”

Incluso cuando su hijo Paxton, quien ahora tiene 11 meses de edad, nació saludable, los Grays se mantuvieron al pendiente. Mientras Paxton crece y se desarrolla, ellos alejan del alcance de la familia todos los productos con químicos potencialmente tóxicos. Sin embargo, se preocupan por lo que hay en el ambiente que no pueden controlar.

“Sabiendo que él consiguió estas sustancias químicas de mi sangre, algo que es realmente aterrador, también aterrador es que no sabemos lo que esto significa. Paxton y todos los de nuestras futuras generaciones están llevando esta carga que no sabemos lo que aún significa. Es el inmenso mar de lo desconocido.” dijo Molly Gray.

Si bien continúan los estudios sobre los riesgos potenciales a la salud de los niños por estos productos químicos, los expertos sugieren formas de protegerlos de posibles sustancias tóxicas, que van desde la incorporación de alimentos ecológicos en su dieta,  a evitar el uso de productos químicos tóxicos que se encuentran en productos comunes para el hogar.

Por: Stephanie Smith, CNN Medical Producer

Fuente: http://edition.cnn.com/2010/HEALTH/06/01/backpack.cord.blood/index.html



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