Imagen via Fisher-Price
Imagen vía Fisher-Price

Era una imagen con alrededor de 5 niños sentaditos, muy bien organizados en una banca -muy parecida a ésta-, cada uno sujetaba de su mano un iPhone, entretenidos y cautivados al mismo tiempo, ninguno se miraba entre sí, ninguno tenía contacto físico y ninguno hablando. Curioso, tuve mezcla de sentimientos y confusión.

Trabajo hace casi 5 años en medios digitales, soy bloguera desde hace 5 años también y aunque esto ha sido mi “pan de cada día” hay cosas que me incomodan e inquietan -como la imagen que describo-.

Hace unos 10 años atrás 5 niños estarían saltando en algún jardín con la cuerda o la liga, mojándose con la manguera de agua, bicicleteando en la calle, amasando alguna mezcla para galletas, jugando pelota o incluso hasta una que otra hazaña intrépida como subirse al tejado (techo)… no sé, ese sentimiento de resistencia en creer ingenuamente que los niños de hoy son -o quisiera que fueran- como fue mi generación, esa época en que nos daban las 6 PM y alguien nos entraba a jugar de la calle porque ya se sentía el frío llegando la noche mientras nosotros entrábamos sudando de tanto correr.

Por si fuera poco, mientras buscaba una imagen parecida, encontraba un pequeño anuncio de Fisher-Price con una frase que decía: “The old adage ‘like mother/father like daughter/son’ rings true with smart devices”, y mientras leía esto venían a mi mente varios argumentos que he escuchado de papás “Esque así nos dejan comer tranquilos”, “Así se calman”, “Para que nos dejen platicar”, “Que se entretengan solos”… cuándo será muy tarde o cuándo se empezarán a ver las consecuencias de este aislamiento que por comodidad hemos invocado, solo el tiempo lo dirá.

Ahhh… una relación de “odio y amor” entre la tecnología y yo, porque al mismo tiempo es mi sustento y a la vez mi tormento cuando veo esto. En el último año me he dedicado a dar charlas de orientación familiar, control parental y orientación a jóvenes por el uso de dispositivos, redes sociales y tecnología, porque siento la responsabilidad en alentar a las próximas generaciones en continuar construyendo relaciones con las personas, a hablar más con el lenguaje corporal, a tener más contacto físico, a apreciar el valor de la presencia física.

Tanto qué meditar…

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