He estado impartiendo recientemente charlas a padres acerca del uso correcto de las redes sociales  y cómo orientar a nuestros hijos en etapa escolar en el buen manejo de las mismas; desde tener una comunicación asertiva, hasta enseñarles a formar criterio para elegir qué sí y qué no publicar en ellas.

Durante estas charlas no falta el papá o mamá que conoce del tema y se quiere involucrar más, el que cree ya saberlo todo y estar perdiendo el tiempo escuchándome, así como también el que simplemente no sabe del tema pero quiere aprenderlo; sin embargo no falta aquel que al final de la charla se acerca a mí a hacer alguna pregunta directa o comentario en privado como “Usted mencionaba que la edad mínima para abrir Facebook es de 13 años,  pero mi hija tiene 11 y ya tiene Facebook, ¡¿ahora qué hago?!”.

Que nuestros hijos tengan redes sociales no es tanto el problema, como saber usarlas y conocer acerca de la supervisión necesaria si nuestros hijos ya las han abierto; temas como su impacto en la privacidad de los perfiles, la responsabilidad de tenerlas activas y sus consecuencias al acceso ilimitado de información que en ellas circula, es en dónde debemos saber orientar.

Como padres, pocas veces uno se detiene a hacer énfasis en temas trascendentales como el cyberbullying, la huella digital, el acoso sexual, la relación con extraños, el derecho y manejo de la privacidad, etc., y son estos temas la razón por la que muchas familias necesitan estar conscientes del impacto digital en sus vidas familiares y personales.

El comportamiento digital social en el que hoy convivimos, ha llevado a los jóvenes a abrir las redes sociales a temprana edad, incluso mintiendo en datos personales para llegar a la edad mínima de su apertura, situación que, en algunos casos papás apoyan este ejercicio abriendo perfiles desde la etapa preescolar con el propósito de armar un dossier biográfico desde su nacimiento.

Si tú estás en este caso y quieres supervisar de alguna manera el uso de las redes sociales de tus hijos menores de 13 años, debes considerar que:

  1. Es necesario crear un plan de acción familiar, aquel que te permita establecer claramente horarios de acceso a las redes sociales, de la misma forma en que a nosotros nos restringían de pequeños la TV.
  2. Establece reglas claras acerca de lo que es y lo que no es apropiado compartir en las redes sociales, pero no solo le ordenes que no lo haga, indícales cuáles son las consecuencias por hacerlo a nivel digital, háblale de las consecuencias legales que hoy ya tienen los crímenes digitales, como el impacto de la difusión de información en los canales digitales.
  3. Habla claramente acerca de temas que generen impacto emocional y personal en tus hijos, tales como el ciberbullying o el acoso sexual,  de modo que si notan que en algún momento están enrolándose con el tema, sepan con criterio actuar, responder o tomar medidas hacia el mismo.
  4. Configura junto a tus hijos su cuenta personal, su contraseña de acceso, la privacidad de su perfil; indícale el impacto que tiene el que cualquier persona tenga acceso a su información, así como también desactiva las aplicaciones que a su corta edad puedan ponerlo en peligro, como aquellas que están basadas en locaciones o ubicaciones .
  5. Háblale de la conducta digital, todo lo relacionado al comportamiento apropiado dentro de las redes sociales, de la misma manera que le educaste y mostraste qué no es aceptable en la vida real o presencial, no sólo por cómo ellos se comporten, sino también por quienes ellos siguen o de quienes son amigos, de modo que puedan y sepan distinguir con criterio entre estos comportamientos que sean culturalmente aceptables y no aceptables.

 

Las redes sociales son un mundo paralelo a nuestra vida real, de forma virtual. Detente y educa a tus hijos en el uso de las redes sociales de forma transparente, nada le hará mejor que conocer cómo comportarse, qué es aceptable y qué no de las mismas, esto te permitirá no sólo formar a tu hijo con una identidad y personalidad firme en ese mundo digital, sino te permitirá disminuir el impacto colateral que el uso de las mismas conlleva en el mundo real para aquellos que aún son menores de edad.

 

 

 

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